Alfonso Cisneros Cox se ha convertido en música, literalmente. El mes de Octubre llegó con el milagro de la liberación: el cáncer dejaría de ser un compañero hostil, se quedaría en la compañía de Brahms y los suyos.
Durante sus últimos años, si bien mantuvo cierto retraimiento, las visitas de algunos amigos cercanos fue el otro rostro de la medicina, el menos tortuoso y quizá el más efectivo. Su mente se mantuvo estoica y en vuelo creativo, dedicada a la minuciosa edición de la revista Lienzo, sus viejas artes y aficiones: el culto a la contemplación, la acuarela, la pasión por la música académica y el universo poético contenido –e incontenible– en las líneas de sus haikus y las historias de sus poemas en prosa.
Comparto con ustedes algunas de esas fantásticas acuarelas hechas poesía. Elegí Natura viva, del célebre poemario Voces mínimas (1996). Varios de estos poemas fueron ilustrados por fotografías de su hermano, en una bitácora personal.
Natura viva
1
Árbol quebrado
sólo te alumbra
la rama del sol
2
Baja marea
empozados los ojos
del mar
3
Lento atardecer
la sombra proyecta
su lengua de piedra
4
El silencio acaba
en cada ola
que empieza
5
De salto en salto
El petirrojo enciende
La enramada
6
Clara cascada:
el tiempo lava
la piedra
7
El viento silba
dentro de un pájaro
herido
8
La hormiga deambula
sobre el secreto
de la piedra
9
Desnudo techo
Extraños quehaceres
De la araña
10
Río detenido:
frente al mar se han posado
dos orillas
11
Imperceptible
la secreta blancura
de la noche
12
Aroma de jazmines
¿alguien toca
mi puerta?
13
Amarillo y azul
en la jaula cautivos
cielo y sol
14
Colibrí:
corazón detenido
en cada flor
Publicación más reciente:
Antes de enfemar, consiguió reunir toda su obra poética
en una antología a la que llamó El agua en la ciénaga,
publicada por el Grupo Editorial Mesa Redonda, en su serie Taquicardia.
He sido alumno de el en la Universidad de Lima, me enseño Apreciacion del Arte, Apreciacion Musical y otro curso referido tambien al arte (parecido a apreciacion). Dictaba bien, merecia la atencion, ser escuchado. Le gustaba la musica clasica, algo que yo no comprendia habiendo sido el de una generacion que tampoco solia escuchar musica clasica, aunque la musica clasica que escuchaba iba mas alla de los tipicos Beethoven o Mozart, por ejemplo Paco de Lucia o musica folk celta, que en realidad si me llegaron a captar. En su vision del arte era clasico, pero tambien estaba abierto al arte moderno del siglo XX (conceptual, etc.). Aunque yo una vez le expuse un video de tono psicodelico y no le gustó, pero a pesar de eso sabia mucho de lo que hablaba, como muchos profesores de la de Lima, como profesor era bueno, invitaba a su clase a conocer el arte y la musica, y al menos yo he aprendido mas sobre arte y tambien un poco mas sobre musica, aunque yo escuche mas rock, electronica (no trance) y de vanguardia.
Descanse en paz, profe.
Admirable persona, descansa en paz Fonchin, nunca olvidare esa clase de Apreciacion Musical, me senti acompaniada por ese aprecio hacia lo creativo que encontramos por sobre todo en las cosas sencillas que nos ofrece la naturaleza, gracias por invitarnos a apreciar con nuestros sentidos y a mirar la vida de manera distinta. Se te va a extraniar muchisimo..
Hacía sinfonía cuando escribía..
«Árbol quebrado
sólo te alumbra
la rama del sol..
Corazón detenido
en cada flor..»
Fonchin! te extrañaremos por siempre
Hoy he descubierto su poesia por casualidad, a pesar de que los magos creen que la casualidad no existe, y angustiosamente también he descubierto que se «ha ido».Terrible, me hubiera encantado enviarle mis versos. Yo, que acabo de descubir los suyos tengo constancia de que su alma sigue aqui a través de su obra. Me hubiera encantado conocerle. mi más sentido pésame a amigos y familiares.
Gracias Mar por tus palabras y deseos.
Si has conocido sus versos, entonces escuchas su música, ves a través de sus ojos.
Digamos que alcanzó la enunciación perpetua y como apunta la nota se ha convertido en música.
El mejor pésame es un intenso abrazo. Hace unos días, Amanda -su hija-, escribió para agradecer los abrazos que llegaron y los que seguían llegando, aquellos que llegarían también:
Su primo, Renato Cisneros, escribió una columna en Diario 16. Muy emotiva, desde sus días en la facultad hasta hoy.
Un abrazo.
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